‘Uno tiene que soñar en grande': La ayuda de mentores, la familia, la pasión y la perseverancia (el “grit”) iluminan el futuro de un adolescente
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Cuando Edgar Omar Dominguez Casalez tenía 15 años, recibió dos salvavidas— su mentor, Carlos Reyes, y un caballo, Canelo. Ambos desempeñan roles importantes, aunque diferentes, que convierten este sueño en una hermosa y extraordinaria realidad en Minnesota.
Dominguez Casalez, ahora de 18 años, se graduará pronto de la escuela secundaria y luego irá a la universidad, dos logros que aún son muy raros en las comunidades Latino del estado. El exboxeador aficionado es un jinete de rodeo, lo que en parte explica el caballo.
MPR News pasó el último semestre siguiendo a Dominguez Casalez en su último impulso por terminar la secundaria, postular a la universidad y mantener vivo sus sueños de ser parte del equipo de rodeo, todo mientras en su hogar luchaban contra la pandemia de COVID-19 que enfermó a sus padres y cerró tres trabajos de los cuales dependía para ayudar a pagar las cuentas de su familia y ahorrar dinero para la escuela.
En conjunto, es una historia cautivadora sobre las cosas buenas que pueden suceder cuando jóvenes decididos en circunstancias desafiantes se conectan con adultos que pueden ayudar a guiar y cimentar sus sueños. Eso es cierto especialmente para los estudiantes universitarios de primera generación como Dominguez Casalez.
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“Soñar en grande, ¡¿verdad?! Siempre hay que soñar en grande”, afirmó. “Pueden pasar muchas cosas. Tal vez algún contratiempo menor. Uno tiene que soñar en grande y siempre, darlo todo, hasta la última gota de sudor para salir adelante”.
En un estado que lucha por cerrar las brechas educativas persistentes entre los estudiantes blancos y la mayoría de los estudiantes de color, la historia de Dominguez Casalez muestra que a veces las respuestas pueden ser simples, tan simples como encontrar a las personas que quieren ayudar y luego aceptar esa ayuda.
‘¡Este es un chico motivado!’
Carlos Reyes conoció a Dominguez Casalez por primera vez durante su segundo año de secundaria en la Twin Cities Academy en St. Paul y de inmediato se llevaron bien, aunque este encuentro no habría sido posible de no haber sido por una pizza gratis.
Atraído por la posibilidad de recibir una pizza de Domino's, Dominguez Casalez se presentó a una reunión de Youth in Action (Jóvenes en Acción), un programa de tutoría y acceso a la universidad para estudiantes Latino de secundaria en las Twin Cities (Ciudades Gemelas) coordinado por el grupo Comunidades Latinas Unidas en Servicio.
Más tarde ese día, la madre de Dominguez Casalez, Noricela Cazalez, le informó a su hijo que se uniría al grupo. Él respondió, “Espera, espera. No estoy listo para esto”. Pero su madre pensó que sí lo estaba, “Después de eso ella simplemente me obligó y yo pensé, bueno ¿por qué no? Lo intentaremos”.
Durante un viaje a Fort Snelling donde se formarían duplas de mentores y aprendices, Reyes recuerda, “fue la primera actividad, comenzamos a hablar, y enseguida me contó de su caballo, el boxeo, su escuela y otras cosas. Yo pensé, ¡hombre, este chico sí que está motivado! ¡Mucho más que yo! Qué le puedo decir, ¿verdad?”
Dejando a un lado los sueños, las tasas de graduación a tiempo de los estudiantes Latino son deprimentes en comparación a los estudiantes blancos.
En el 2019, la tasa de graduación del 70% de estudiantes latinos de Minnesota ocupó el puesto 49 en el país, según Minnesota Compass, un proyecto de investigación dirigido por la Fundación Wilder. Superando solo a Louisiana. Ese año, el 89% de los estudiantes blancos de Minnesota se graduaron a tiempo.
Minnesota tuvo la tasa de graduación más baja de estudiantes latinos en la nación entre los años 2014 y 2018.
Los programas de tutoría han demostrado que pueden marcar una diferencia real para acortar las brechas de graduación.
Los estudiantes que participan en Youth in Action (Jóvenes en Acción), conocido como YA!, tienen más probabilidades de graduarse de la escuela secundaria y seguir estudios en la universidad. Durante los últimos 4 años el programa tiene una tasa de graduación del 100% en el caso de los estudiantes de secundaria que ingresan y se mantienen en el programa. La tutoría es una gran parte de este logro. La mayoría de los estudiantes pasan de tres a cuatro años con el mismo mentor. Se reúnen una vez al mes durante el año escolar y participan en reuniones de cohortes más grandes. La idea es ayudar a los estudiantes latinos a adquirir habilidades que los ayuden a navegar por la vida después de la escuela secundaria, conectarlos con los recursos para ayudarlos a ingresar a la educación postsecundaria y, al mismo tiempo, reconocer su liderazgo y capacidad.
“Hemos tenido estudiantes que nos han dicho, 'tengo cosas que decir, sé que mi opinión importa, pero no siempre sé si mi opinión será bien recibida en ese espacio'”, dijo Tanya Schuh, directora del programa YA! “Brindar un espacio donde se sientan seguros para opinar y poder entrar en ese espacio con confianza es realmente genial”.
Muchos estudiantes del programa son hijos de inmigrantes que llegaron a los Estados Unidos en busca de un futuro mejor para sus hijos.
Ven la educación superior como la clave para abrir ese futuro, “pero si [los padres] no han pasado por el sistema ellos mismos, si no han experimentado la educación superior aquí o en otro país, es bastante complicado navegar por el sistema”, dijo Schuh.
Este último año ha sido especialmente difícil dado el estrés adicional que sufren los jóvenes por el COVID-19. Durante la pandemia, Schuh dijo que ha emitido más referencias de salud mental a los adolescentes y a sus redes del programa YA! que todo el tiempo que ella lleva trabajando en el programa.
Dominguez Casalez conoce bien esas dificultades.
Sueños y demandas
Dominguez Casalez carga muchos sueños compartidos con su familia, así como responsabilidades compartidas. A veces es difícil cargar con todo mientras aún se intenta ser un adolescente.
La pandemia lo hizo mucho más desafiante. Dominguez Casalez, sus padres y su hermana tuvieron que estar en cuarentena durante tres semanas después de que sus padres contrajeron COVID-19. Nadie estaba trabajando. Él y su hermana lograron evitar infectarse, pero él se convirtió en el padre y se hizo cargo de la casa.
“Tuve que preparar la comida y solo dejarla afuera para ellos,” dijo. “Todos estábamos en la casa usando mascarillas y lavándonos las manos a cada momento, había desinfectante de manos por todas partes. Fue una locura”, pero también aterrador.
Tuvo que ayudar a pagar las cuentas de comidas y automóviles y, a veces, el alquiler de la casa, costos que dice estar feliz de compartir debido a los sacrificios que han hecho sus padres.
Edgar fue un boxeador aficionado. Tiene un par de medallas y cinturones por ahí y estuvo boxeando durante cuatro años hasta que la pandemia cerró los gimnasios.
Uno de esos cinturones lo ayudó a conseguir a Canelo, el caballo que posee y monta. Llegó como un regalo de su familia para su cumpleaños número 15 después de que su padre le dijera que le compraría un caballo si ganaba el torneo de boxeo en el que había entrado.
Llamado Canelo por el boxeador mexicano pelirrojo de Guadalajara, su boxeador favorito desde chico.
Domingues Casalez está en un equipo de rodeo que compite por todo el Medio Oeste en competencias de equitación conocidas como charreadas. Visitar a Canelo y practicar le ha ayudado a mantener su salud mental.
“Ayuda mucho. Solo tengo que preocuparme un poco de él. Asegurarme de que no esté haciendo nada malo, asegurarme de que esté trabajando bien. Eso es probablemente una pequeña distracción de todo lo que está pasando.”
La universidad y el rodeo
Dominguez Casalez está a punto de convertirse en un estudiante universitario de primera generación. Ha sido aceptado en la Universidad de Wisconsin River Falls. Fue su primera opción, lo suficientemente cerca de casa como para poder mantenerse conectado con su familia, pero lo suficientemente lejos como para poder experimentar la independencia de una experiencia universitaria tradicional de clase media.
Al recorrer el campus con su padre, su mentor, Reyes, y Schuh, cuyo padre dirige la granja de la universidad, Dominguez Casalez sintió que podía verse a sí mismo en el campus de River Falls.
“Se siente muy bien ser un estudiante de primera generación. Veo a mi papá caminando con nosotros, veo que está feliz de que yo llegue tan lejos y me alegro de enorgullecer a mi familia y a mí mismo”, afirmó. “¡Estoy ansioso por comenzar!”
Sin embargo, el papeleo de la universidad casi lo hace tropezar. A medida que la escuela secundaria llegaba a su final, comenzó a recibir correos electrónicos de la universidad, incluida la información sobre la ayuda financiera y la matrícula. Esos documentos son difíciles de navegar para cualquiera, pero especialmente para los universitarios de primera generación.
Al mirarlos, Dominguez Casalez pensó que la universidad era mucho más de lo que él esperaba o podía pagar.
“Los documentos indicaban $ 10,500. Eso es mucho para mí y mi familia. Y [yo] estaba como, ¿sabes qué?, no sé si seremos capaces de hacer esto. Le dije a mis padres, necesitamos sentarnos a conversar sobre esto”.
Sus padres lo alentaron a conversar con Reyes, quien también fue el primero en su familia en ir a la universidad.
Se comunicaron por correo electrónico y Reyes le dijo a Dominguez Casalez que considerando sus becas, estaría pagando menos de $ 2,000 por semestre en su primer año de universidad —un alivio porque Dominguez Casalez había ahorrado alrededor de $ 4,000 en sus tres trabajos durante la pandemia.
A veces, dijo Reyes, estudiantes como Dominguez Casalez leen mal ese tipo de documentos y piensan que ahí se acaba todo. Y no se matriculan.
“No lo hacen porque no logran interpretar bien esos documentos. Y no es algo que sea tan complejo de entender”, señaló Reyes. “Más bien no saben cómo entender y desglosar las finanzas del proceso”.
Sin YA! y sin Reyes, Dominguez Casalez cree que simplemente se habría matriculado en un colegio comunitario más económico.
Sin embargo; ahora se ha fijado grandes objetivos para cuando cumpla 22 años. Espera graduarse de la universidad y comenzar una carrera profesional en agricultura. Quiere tener una casa grande donde él, sus padres y su hermana puedan vivir juntos. Y tal vez un rancho con vacas y caballos para él y sus padres, quienes en el pasado ordeñaban vacas y vendían queso en el pequeño pueblo de Valle de Vazquez, en el estado de Morelos, México.
El sueño del rodeo también lo mantiene vivo. En su travesía, descubrió que su padre era un jinete de toros en México.
A finales de mayo, Dominguez Casalez compitió en la primera charreada de la temporada. Está en un nuevo equipo este año. Y después de ser suplente durante unos años, finalmente tuvo la oportunidad de competir como jinete de toros del equipo.
“Es realmente una locura”, dijo, “pensar que todo lo que pasó fue solo en un año”. Dominguez Casalez sabe que lo que ha vivido estará en los libros de texto, desde estar en el centro de un proceso mundial de justicia racial hasta la pandemia, y todo lo demás. “Pasaron muchas cosas y la gente realmente tiene que saber la verdad de todo”.
Un día, cuando Edgar tenga un rancho lleno de animales, sacará sus viejas mascarillas y le dirá a sus hijos, “'¿ven esto? ¡Esto es algo muy antiguo! Esto fue algo que realmente sucedió’. [Y] van a decir ‘¿qué es eso? ¡¿Qué es eso?!’”
Actualmente, Youth in Action (Jóvenes en Acción) está aceptando solicitudes para estudiantes Latinx que se matriculen en la escuela secundaria en la zona metropolitana de St. Paul y Minneapolis y sus alrededores, hasta el 21 de junio. Las solicitudes para mentores se aceptan de mayo a agosto.